El proceso de fabricación del tabaco comienza con la plantación de la materia prima, que son las plantas de tabaco. Estas crecen en campos específicamente dedicados a su cultivo, donde se les brinda el cuidado necesario para su desarrollo.
Una vez que las plantas están maduras, se procede a la cosecha de las hojas de tabaco. Estas se recogen, secan y fermentan para desarrollar sus propiedades características de sabor y aroma.
Luego, las hojas de tabaco se seleccionan, clasifican y se cortan en tiras finas para su posterior procesamiento. Las hojas pueden ser tratadas con diferentes sustancias para darles sabor y mejorar su combustión.
Después de este proceso, las tiras de tabaco se embalan en grandes fardos y se envían a las fábricas de cigarrillos. En estas fábricas, se combinan diferentes tipos de tabaco para crear la mezcla de tabaco adecuada para cada tipo de producto.
Una vez que la mezcla está lista, se procede a fabricar los cigarrillos mediante máquinas especializadas. Los cigarrillos se empaquetan en cajetillas, se sellan y se etiquetan con la marca correspondiente.